El casting
- Ricardo Harrington
- 15 feb 2019
- 4 Min. de lectura
Ya sea que hayas escrito tú mismo el guión o que lo hayas recibido de manos del productor, es indispensable que hagas una exhaustiva revisión de los personajes en él.
No todos los guionistas entregan un perfil detallado de los protagonistas y mucho menos de los secundarios. Así, pues, es necesario revisarlo en caso de que exista, o hacerlo uno mismo, cuando no. En ambos casos, mientras más profundo sea mejor resultarán nuestros personajes y más sencillo les será a los actores que los representen conseguir dar con las características propias de cada uno de ellos.
Pero sólo cuando conocemos realmente bien a alguien, podemos decir que sabemos cómo se ve.
Llevar a cabo un buen casting es algo más que sólo buscar un actor o actriz que posea las características físicas de nuestro personaje.
Si bien suelo estar de acuerdo con que cualquier que tenga las ganas de actuar puede hacerlo (ya que la verdadera responsabilidad de la actuación está en la profunda relación que establece el director o la directora con aquellos que representan a sus personajes), mi recomendación es que hagas tu casting con actrices y actores lo más profesionales posible.
Los actores y las actrices, han desarrollado cualidades y herramientas que no todos poseen.
La más relevante, es que han convertido su cuerpo y, en definitiva, todo su ser, en un instrumento representativo, camaleónico (si me permiten el término), con el que son capaces de convertirse en cualquier otra persona, incluida una de otro género.
Desde luego hay unos más talentosos que otros. Así como hay unos directores más talentosos que otros.
Pero además, son disciplinados, puntuales, comprometidos, estudiosos, muy generosos (con su ser y hacia el personaje que buscan representar).
Y por último, algo que al menos a nuestro nivel de estudiantes de audiovisual no es menor (pues la mayor parte de las veces sólo podremos optar a conseguir también a estudiantes en proceso de convertirse en actores), que realmente se interesan por hacer el trabajo que le pedimos, pues ellos también quieren demostrar que son capaces de hacer el papel.
Y porque, en la mayoría de los casos, nada de lo anterior, es capaz de hacer un ciudadano cualquiera.
Cuando los cites al casting, grábalos brevemente en todos los planos posibles. Asegúrate de haber visto todas sus singularidades: tatuajes, cicatrices; particularidades físicas, motrices o de carácter. No dejes de poner atención a aquellas partes de su cuerpo que más utilizarás. No querrás estar filmando una publicidad de pasta de dientes con un actor con dientes torcidos o feos; ni a un violinista sin un dedo meñique; ni a un presidente con un tatuaje en el cuelo; etc.
En los casos de que se trate de un papel en un cortometraje (es decir, que realmente requiera de actuación), entrégales la copia de una de las escenas que ofrezca la posibilidad de que se muestre en sus capacidades histriónicas. Y dale la oportunidad de que lo haga al menos 3 veces, si te gusta el actor o la actriz. Recuerda que hasta los actores sufren de nerviosismo frente a la cámara.
Procura despachar de inmediato a aquellos que realmente no parecen servir en absoluto. Es muy descortés tener a alguien ahí esperando para luego hacerle un plano por compromiso. Ellos lo notan; y puedes necesitarlo en otro oportunidad. Te lo van a agradecer.
Anota en una planilla y por orden de llegada los datos de cada uno y luego transcríbelos a una planilla profesional de casting, de tal manera que puedas volver a encontrarlos y que no confundas sus nombres con sus rostros.
No desprecies la utilización de elementos de utilería o vestuario cuando creas que es realmente necesario. No pocos actores se sienten muy cómodos usando un sombrero, un arma, una pipa, una cartera, o una sombrilla. Les ayuda a meterse rápidamente en el personajes y les da algo más de seguridad.
Al principio, siempre deja que representen al personaje como a ellos les parezca; luego, corrígelos entregándoles los datos que tú has preparado, basado en el perfil, conversando amablemente con ellos; y finalmente, hazlo tú mismo, si es que nada de lo anterior prospera. Esa representación tuya, debe ser absolutamente comprometida, jugada, sin importar si eres pésimo actor. Lo que tus actores van a ver en ella es la intención, el convencimiento, la fuerza con la que lo haces; y le pondrán toda su capacidad a su representación siguiente.
Intenta tener un calendario, al menos aproximado, del trabajo para el que les requieres, de tal manera que puedas preguntarles por su disponibilidad.
Prepara una lista de preguntas relativas a las cualidad que el actor requiere para el personaje, tales como andar en bicicleta, montar a caballo, saber nadar, conducir un auto o una moto, etc. No querrás enterarte de que no sabe cuando le pidas que lo haga en el set.
No olvides tomar fotos de cada uno de ellos en PP, PM y PG; de frente y de perfil, para el registro y el archivo.
Cuando revises el resultado de tu casting, procura que el actor que elijas, tenga las características físicas de tu personaje; que esté dispuesto a modificar su estampa lo suficiente como para parecerse aun más; que esté dispuesto a acudir a los ensayos que propongas; que esté dispuesto a estudiar profundamente al personaje para representarlo debidamente; y que esté dispuesto a comprometerse 100% con el proyecto.
No pocas veces es mejor tener a un actor comprometido que a uno famoso, o al que se parece más. Es complicado trabajar con “divos”, especialmente cuando comenzamos a dirigir; y es desalentador trabajar con aquellos que fallan o desisten en la mitad del proceso.
Por último, debes tener conciencia de que en el nivel estudiantil, es decir, cuando no hay presupuesto para los servicios de un actor, el asunto se vuelve sumamente complicado, por lo que es preciso hacer un trabajo muy profundo y comprometido. Esto implica no conformarse con el primero que encuentras; intentar tener siempre un respaldo (backup) por si alguno falla; mantener un contacto permanente y cordial con quienes hayas elegido, so pena de perderlos en cualquier momento.
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